Tanto Riki Blanco como Arianna Esquiloni, responsable de la editorial A buen paso, nos gustan. Porque son atrevidos en lo que hacen. Porque les gusta abrir caminos. Porque además de hacernos disfrutar con el talento que imprimen a las obras en las que trabajan, consiguen decir cosas a veces inimaginables. Así ocurre con El Deshielo.
Imaginaos dos pueblos separados por un río que se miran con desconfianza desde tiempos inmemoriales. Los dirigentes de uno y otro lado no han sabido nunca encontrar el modo de entenderse. Los habitantes de cada una de las orillas sienten un aborrecimiento recíproco plomizo, de ese que pesa.
Una noche, hartos los unos de los otros, los dos pueblos deciden invadirse mutuamente, pero resulta que lo hacen al mismo tiempo, unos por un puente y los otros por el otro…
El Deshielo es un cuento sobre enemigos, esas personas idénticas a nosotros que el destino hizo nacer al otro lado de un río.
Pero el mérito del álbum va mucho más allá de las palabras. Nos gusta su luz especialmente, porque cobra un protagonismo insólito en el devenir del relato, convirtiéndose casi en un personaje más, en un marcador del tempo de la narración que abraza al texto multiplicando su sentido, creando un mundo donde ya que no la cordura, lo que impera es el color.
Un libro estupendo que nos recuerda a alguna situación semejante, no sabríamos decir cuál.
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