A Lena le cae muy bien el señor que se encuentra cada mañana en la parada del autobús cuando se dirige al colegio con su madre. Pero una mañana todo cambia. El señor ya no sonríe, y Lena se queda muy disgustada. No consentirá que el señor siga decaído y hará lo que sea por animarle. Lo que no sabe Lena es que su ayuda le hará recuperar mucho más que la sonrisa.